Uno de los mejores profesores que enseñaba el toque pianístico fue el Dr. William Mason, quien realizó un estudio exhaustivo sobre este tema. Su toque se caracterizaba por la claridad, la amplitud y la elasticidad. En una ocasión, el maestro comentó lo siguiente al referirse a tocar ante el público: “Es posible que esté tan nervioso que difícilmente pueda caminar hacia el piano. Sin embargo, una vez que he comenzado a tocar mantengo al público lo suficientemente atento como para escuchar caer un alfiler, simplemente por la belleza de mi toque y sonido.” Los puntos fuertes del toque del Dr. Mason eran la “presión”, la “elasticidad” y la “atracción”. Descubrió que estos proporcionaban peso y claridad al sonido.
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El profesor Tobias Mathay, de Londres, ha dedicado mucho tiempo y reflexión al estudio del toque pianístico y del mecanismo de las teclas. Dice lo siguiente: “Las dos reglas principales de la técnica con relación a las teclas son: siente la resistencia de la tecla, esto es, cuánto necesitas presionar la tecla para cada nota y en segundo lugar, escucha siempre el momento en el que se empieza a producir el sonido, de manera que aprendas a concentrarte en el sonido propiamente dicho y no en las teclas. Solo es posible producir el sonido cuando el martillo golpea la cuerda. Cuanto más rápido sea el movimiento, más fuerte será el sonido resultante. Cuanto más gradual sea la rapidez con la que se pulsa la tecla, más bella será la calidad sonora. Para obtener un sonido brillante se debe golpear la cuerda por medio de la tecla, pero no, por error, golpear la propia tecla.”
Thuel Burnham, alumno de Mason y Leschetizky, ha aplicado las ideas de estos dos maestros en su experiencia personal y simplifica el toque pianístico de la siguiente manera: las manos melódicas y de coloratura. La posición de la mano varía según el carácter de la música, así como el sonido que se desea producir. Para resaltar una melodía buscamos un sonido pleno y exquisito, el peso del brazo cae relajado sobre la tecla y la presión del dedo se efectúa desde cerca de la tecla, acariciándola. Así se produce lo que denominamos como “mano melódica”, con los dedos alargados. Si por el contrario queremos trabajar un pasaje rápido, con una articulación clara y brillante, la mano debe adoptar una posición arqueada, esto es, la que se utiliza para tocar normalmente, con los dedos redondeados y una buena articulación de los mismos. Así tenemos lo que se conoce como “mano técnica o de coloratura”.
La diferenciación que realiza el señor Burnham aclara la duda sobre el arqueo de la mano y el toque articulado, o la colocación baja de la mano y los dedos planos. Los dos se utilizan en el momento adecuado según lo que exige la música. Sin embargo, el intérprete que busca una técnica limpia y confiable debería adquirir en primer lugar la mano de coloratura antes de alcanzar la mano melódica.
BIBLIOGRAFÍA:
Brower, H. (1915). Piano Mastery. Talks with master pianists and teachers. New York: Frederick A. Stokes Company.
Traducción: Francisco José Balsera Gómez.
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