Teresa Carreño: La interpretación pianística como rasgo distintivo

La pianista Teresa Carreño con 8 años
Teresa Carreño a los 8 años de edad.
National Portrait Gallery. Washington.
Dominio Público


PRIMERAS EVIDENCIAS DE PERSONALIDAD ARTÍSTICA

Es difícil para mi hablar sobre el tema de la personalidad artística sin recordar uno de los acontecimientos más importantes y significativos de toda mi carrera. Cuando me llevaron a Europa de niña para continuar con mis estudios, tuve la suerte de conocer y tocar para el inmortal Franz Liszt. Parecía profundamente interesado en mi manera de tocar y, con la amabilidad que siempre le caracterizaba, me dio su bendición, una especie de sacramento artístico que ha tenido una enorme influencia en todo mi trabajo como artista. Puso su mano sobre mi cabeza y entre otras cosas me dijo: "Niña, con el tiempo serás una de nosotros. No imites a nadie. Mantente fiel a ti misma. Cultiva tu personalidad musical y no sigas ciegamente los caminos de otros."

Con este pensamiento, Liszt personificó una especie de sermón pedagógico que debería predicarse diariamente en todas las escuelas, conservatorios y estudios de música del mundo. Nada es tan lamentable como las evidencias de una fuerte personalidad artístico-musical aplastada por un sistema educativo artificial que hace que el sistema mismo tenga una importancia capital y que el individuo adquiera un valor insignificante.

Los signos de personalidad artística se pueden observar en los niños desde edades bien tempranas. En algunos pequeños esta característica no es muy pronunciada y el niño se parece a otros tantos que no tienen ninguna inclinación concreta, ya sea artística o de cualquier otro tipo. Es entonces cuando deben ponerse en juego las capacidades y la intuición del maestro. Antes de que se produzca cualquier progreso real, es necesario estudiar cuidadosamente la naturaleza del alumno. En el caso de otros niños, la personalidad artística está muy marcada y se observa muy pronto. Por regla general, del niño con una notable capacidad musical es de quien más se puede esperar en el futuro. A veces estos rasgos se confunden con precocidad. Esto es lo que sucede con los músicos. En unos pocos casos, la personalidad musical del maestro se desarrolló en una etapa más avanzada de su vida, como fue el caso de Richard Wagner, cuyas primeras tendencias se inclinaban más hacia el teatro que hacia la música.

NUEVOS PROBLEMAS EN CADA FASE DEL APRENDIZAJE

El maestro, al aceptar a un nuevo alumno, debe darse cuenta de que según avance, surgirán nuevos problemas. La mano, la mente, el cuerpo y el alma del alumno pueden ser en realidad diferentes de los de cualquier otro estudiante al que el maestro haya enseñado. Se deben considerar cuidadosamente las peculiaridades individuales de la mano. Si la mano tiene dedos largos y estrechos, con los dedos muy separados, necesitará un tratamiento muy diferente al de un alumno con una mano pequeña, compacta y musculosa. Si la mente del alumno indica inmadurez o una falta de formación educativa temprana adecuada, esto también debe ser considerado cuidadosamente por el maestro.

Si el cuerpo del alumno es frágil y su salud inestable, seguramente el maestro no le pondrá el mismo trabajo que asignará a un alumno robusto y enérgico que aparentemente jamás ha sufrido de alguna enfermedad. Hay estudiantes que puede practicar cómodamente durante cuatro o cinco horas al día, mientras que otros se sienten agotados al cabo de dos horas. Por eso, creo que es muy importante que el profesor estudie concienzudamente la personalidad musical de su alumno.  

La personalidad de los diferentes intérpretes virtuosos es muy marcada. Aunque el virtuoso aspira a abarcar todos los estilos (es decir, a ser lo que se llamaría un intérprete "completo"), es, sin embargo, la personalidad artística del intérprete lo que añade el encanto adicional al recital de piano. Escuchas una gran obra maestra ejecutada por un virtuoso, y cuando escuchas la misma composición interpretada por otro detectas una diferencia, no de habilidad técnica o de comprensión artística, sino de personalidad. Rembrandt, Rubens y Van Dyke podrían haber pintado todos a partir del mismo modelo, pero el retrato final habría sido diferente, y esa diferencia habría sido un reflejo de la personalidad del artista.

LA RESPONSABILIDAD DEL PROFESOR

Permítanme enfatizar nuevamente la necesidad de que el maestro realice un "diagnóstico" correcto de la personalidad artística del alumno. Si el maestro no propone el trabajo adecuado, el alumno rara vez sobrevivirá artísticamente. Es muy parecido a lo que ocurre con el médico. Si el médico da al paciente el medicamento equivocado y éste muere, seguramente el médico tendrá la culpa. No importa si el médico tenía buenas intenciones o no. El paciente está muerto y eso es lo que cuenta. Tengo poca paciencia con las personas que tienen intenciones maravillosas, pero que no tienen la capacidad, el coraje ni la voluntad de llevarlas a cabo. A muchos profesores les gustaría hacer mucho por sus alumnos, pero ¡ay! o no son capaces o descuidan precisamente las cosas que hacen del trabajo del maestro su principal misión. Una de las mayores responsabilidades del profesor consiste en decidir desde el primer momento un plan de trabajo racional y educativo que tenga en cuenta las características individuales de cada estudiante. Recuerde que no todos los alumnos son como ovejas que deben ser esquiladas de la misma manera y con las mismas tijeras.

LA PERSONALIDAD ARTÍSTICA DE EDWARD MACDOWELL

Uno de los casos más notables de marcada personalidad musical fue la del difunto Edward MacDowell, quien acudió a mí en busca de instrucción durante un tiempo considerable. Era entonces bastante joven y sus motivos desde el principio fueron de lo más nobles. Sus ideales eran tan elevados que requería pocos estímulos para animarle. Aquí era necesario estudiar muy cuidadosamente la naturaleza del alumno y proporcionarle un trabajo que desarrollara su marcada personalidad artística. Recuerdo que sentía un gran cariño por Grieg y que el carácter marcado y original de su música le causó una profunda impresión. Era muy poético y le encantaba estudiar y leer poesía. Si hubiera reprimido a MacDowell de forma severa o pedagógicamente, se habrían destruido esas mismas características que, en años posteriores, desarrolló de manera tan asombrosa y por las que sus composiciones tienen un carácter distintivo y un estilo propio.

Es para mí un gran placer incluir sus composiciones en mis programas cuando voy al extranjero y encuentro que son muy apreciadas por los amantes de la música del viejo continente. Si MacDowell no hubiera tenido una fuerte personalidad artística, y si no hubiera permitido que esta característica propia se desarrollara siguiendo su curso natural, sus composiciones no serían los tesoros que son para nuestro arte. 

DESARROLLAR LA PERSONALIDAD ARTÍSTICA A TRAVÉS DE LA POESÍA

Si el maestro descubre a un estudiante con aparente talento musical, pero cuya naturaleza no ha sido desarrollada para apreciar lo bello y lo romántico de nuestro maravilloso mundo, le resultará absolutamente imposible modelar la personalidad artística del alumno a este respecto trabajando únicamente en el teclado. El individuo corriente y prosaico que cree que el único objetivo del estudio musical es la adquisición de la técnica, o la magia de la velocidad de los dedos, debe darse cuenta de que esto es un defecto que arruinará toda su carrera a menos que se corrija inteligentemente. Años y años dedicados a la práctica instrumental no convertirán ni en músico ni en virtuoso a alguien que no va más allá de cuántas veces puede tocar un conjunto de notas con un metrónomo que se mueve 208 veces por segundo. 

La velocidad no constituye virtuosismo, como tampoco la capacidad de desentrañar los intrincados acertijos del teclado de Bach y Brahms equivalen por sí mismos a una excelente interpretación pianística. El artista debe ser una persona culta; de hecho, tan culto como el compositor que concibió la música. La cultura surge de la observación de muchas cosas: la naturaleza, la arquitectura, la ciencia, la ingeniería, la escultura, la historia, los hombres y mujeres y la poesía. Aconsejo a los aspirantes a estudiantes de música que lean una gran cantidad de poesía.

Encuentro una gran inspiración en Shakespeare, la cuál sé que se transmite a las interpretaciones que hago de obras maestras en mis conciertos. ¿Quién puede permanecer impasible ante el misterio y la psicología de Hamlet, el intenso sufrimiento y la miseria del Rey Lear, el odio amargo y la venganza de Otelo, la dulce devoción de Romeo y Julieta, la majestad de Ricardo III y la belleza mágica de El sueño de una noche de verano? En este maravilloso caleidoscopio de todas las pasiones humanas se puede encontrar inspiración. También tengo un gran cariño por Goethe, Heine y Alfred de Musset. Me da placer compararlos con grandes maestros de la música. A Shakespeare lo comparo con Brahms, a Goethe con Bach y Beethoven, y a Heine y Musset con Chopin y Liszt.

CULTIVAR LA VELOCIDAD Y LA BRILLANTEZ

La velocidad y la brillantez al tocar son en gran medida una cuestión de temperamento y de una técnica fluida. En este sentido, le debo mucho a Gottschalk. Cuando regresó a Estados Unidos recién salido de las manos del inimitable Chopin, se esforzó al máximo en cultivar esta característica en mi forma de tocar. La manera de interpretar del propio Chopin estuvo marcada por una delicadeza y una intensidad que se diferenciaba del arrojo de la mayoría de los artistas de su tiempo. Gottschalk era un agudo observador e hizo todo lo posible para transmitirme ese estilo. He utilizado los estudios de Czerny, Liszt, Henselt y Clementi para desarrollar la brillantez de mis alumnos. 

Debe recordarse que la raíz de toda interpretación brillante reside en la precisión. Sin precisión, cualquier intento de brillantez se convertirá en "desorden". Es imposible explicar estas cosas por medio de libros y teorías. Recuerde lo que dice Goethe: "Toda teoría es confusa o difícil de comprender". Se pueden decir cincuenta veces más cosas en veinte minutos de lo que se puede poner en un libro. Los libros son necesarios, pero de ninguna manera se depende enteramente de ellos para el aprendizaje de la técnica.

Las personas que son descuidadas poseen un rasgo que dañará seriamente su personalidad como músicos y artistas. Muchas veces el descuido se considera "dejadez" al tocar. La "dejadez" es algo muy diferente y pertenece a esa inconsciencia del esfuerzo técnico que sólo consigue el artista después de años de práctica. Tocar con "dejadez" y perder algunas notas en una interpretación, tocar notas falsas en otra, dar la nota del bajo incorrecta aquí y allá, tocar los trinos de forma imprecisa y pasar completamente por alto el fraseo correcto con la idea de que estás haciendo lo mismo que has visto hacer a un gran virtuoso, es simplemente el grado superlativo de descuido.

A alguien cuya personalidad se ve empañada por el descuido, permítanme recomendarle tocar muy lentamente, con la más minuciosa atención a los detalles. Técnicamente hablando, Czerny y Bach son de gran valor para corregir descuidos. En Czerny, la estructura musical de sus composiciones está tan clara y abiertamente delineada que cualquier error se detecta fácilmente, mientras que en Bach, la estructura es tan cercana y compacta que es difícil cometer un error sin interrumpir el movimiento de alguna otra voz que revelará dicho fallo. La consideración principal, sin embargo, es trabajar con los cinco sentidos, y poco importa cuál sea el estudio, siempre y cuando el propio alumno se esfuerce por comprobar que está haciendo lo correcto antes de intentar seguir adelante. La mayoría de los músicos, sin embargo, dirán que Bach es la piedra angular sobre la que debe sustentarse firmemente la estructura de una técnica avanzada.

Algunas personas son tan superficiales y tan "frívolas" que es difícil concebir que hagan algo serio o que realmente valga la pena. Es muy difícil para el maestro trabajar con un alumno así, porque todavía no se ha realizado como persona. No han examinado sus vidas ni discernido aquellas cosas que hacen que la vida sea de mayor importancia. La vida no es sólo tocar, ni todo es tristeza. Pero el dolor a menudo contribuye mucho a desarrollar el carácter del músico, a hacerle mirar dentro de sí mismo y descubrir sus propósitos más serios. Esto también podría lograrse mediante un ejercicio de introspección a modo de "Ciencia del Cristianismo". Aunque no me considero una "Cristiana científica", soy una gran creyente de sus maravillosos principios.  

Debe tenerse el mayor cuidado en el desarrollo de la personalidad artística de los alumnos superficiales. Darles Bach o Brahms desde el principio sería fastidiarlos. Se les debe inculcar la afición por la música de carácter más profundo o más digno mediante un trabajo gradual. En mi caso, tuve la suerte de contar con el consejo de músicos con mucha experiencia y famosos, y cuando era niña sólo me daban música culta. Siempre he estado agradecida por esta experiencia. En uno de mis primeros conciertos en Nueva York tuve el honor de tener a Theodore Thomas como primer violinista, y recuerdo bien su inclinación natural por la música culta, que contrastaba marcadamente con el gusto musical popular de la época.

LA IMPORTANCIA DE ESTUDIAR HISTORIA DE LA MÚSICA

Cada compositor tiene su propia personalidad. Para el músico experimentado esta personalidad llega a ser tan marcada que a menudo puede detectar el estilo del compositor en una composición que nunca ha oído. El artista investiga el estilo del compositor a través de su biografía, del estudio de la historia musical en general y del análisis de otras composiciones.

Todo estudiante de música debe estar familiarizado con el tema sumamente necesario y extremadamente valioso de la historia de la música. ¿De qué otra manera podría tener conocimiento de la personalidad artística de los grandes compositores? Cuanto más conozco a Chopin, Beethoven, Scarlatti o Mendelssohn como hombres, y cuanto más conozco la época en la que vivieron, más me acerco a la forma en que hubieran deseado que se interpretaran sus composiciones. Consideremos cuán marcadamente diferentes son las características de Wagner y Haydn, y cuán diferentes deberían ser las interpretaciones de sus obras. 

Strauss y Debussy también son muy diferentes en su forma de componer. Strauss me parece un tremendo genio que va inventando un nuevo lenguaje musical sobre la marcha. Debussy no me atrae del mismo modo. Siempre parece estar buscando ideas musicales, mientras que en Strauss la grandeza de sus ideas es en todo momento evidente y convincente.

Para terminar, permítanme decir que el tiempo, la experiencia y el trabajo son los que moldean la personalidad artística. Pocos de nosotros acabamos nuestros días con los mismos rasgos de personalidad artística que se hacen evidentes en nuestra juventud. Estamos mejorando o empeorando todo el tiempo. Rara vez nos quedamos inmóviles. Para el músico, la obra es el gran escultor de la personalidad artística. Mientras trabajes como piensas, así serás. Ninguna acción, ningún pensamiento, ninguna esperanza es demasiado insignificante para no influir en tu naturaleza. Así como a través del trabajo nos convertimos en mejores hombres y mujeres, también nos convertimos en mejores músicos. Carlyle ha expresado bellamente este pensamiento en su obra "Pasado y presente". Dice así: "La última verdad en este mundo es: 'conoce tu trabajo y hazlo'. Bienaventurado el que ha encontrado su trabajo; no pida otra bienaventuranza. Tiene un TRABAJO, un propósito de vida; lo ha encontrado y lo seguirá."

Si deseas conocer más sobre el pensamiento estético-musical de Teresa Carreño, pincha AQUÍ


REFERENCIAS:

- Cooke, J.F. (1917). Great pianists on piano playing: Study talks with foremost virtuosos. Philadelphia: Presser.

Traducción: Francisco José Balsera Gómez


Comentarios