En uno de los barrios más tranquilos y apartados de Londres se encuentra la casa del pianista ruso Mark Hambourg. Vive en un adosado lejos de las “enloquecidas” aglomeraciones de gente y su ubicación es de difícil acceso para mantener alejados a los curiosos. Es fácil construirse una imagen del lugar sin estas personas molestas y el encanto pintoresco de los caminos o calles con sus hileras de casas adosadas y jardines. Esta estupenda vivienda da a un apacible parque donde los frondosos árboles crean largas sombras en el soleado césped. La casa es grande y cómoda y fue construida hace más de cien años. Sus habitaciones son amplias y el salón principal y la biblioteca, que están comunicados, crean una espaciosa sala de música. Seguramente, en medio de este entorno, rodeado de pinturas y otros objetos artísticos de gran valor, con colores exquisitos, espacio y tranquilidad, un artista debe encontrar el lugar idóneo para trabajar y tocar el piano. Le comenté esta idea al señor Hambourg cuando entré en la casa.
Enseguida comenzamos a hablar sobre las habilidades necesarias que debe tener un profesor y un pianista.
“Estoy de acuerdo con usted”, dijo, “en que el inicio de los estudios de piano es lo más difícil de todo. En ese momento el profesor tiene una gran responsabilidad y también es donde muchos docentes no tienen la formación pedagógica adecuada. Quizás hay peores profesores de piano que de canto. Los órganos que producen la voz no se pueden ver, únicamente se pueden intuir por lo que puede servir de excusa para el profesor de formación vocal. Sin embargo, en el piano tenemos las teclas y los dedos. Por tal motivo, no debería ser muy difícil aprender a tocar de forma correcta e inteligente. Todavía son pocos los que han adquirido los principios correctos o saben enseñarlos.”
“He escuchado a unos cuantos pianistas jóvenes aquí”, comenté, “y todos tocan con muy poca acción de los dedos, esto es, con los dedos muy pegados a las teclas. ¿Usted defiende esta postura?”
POSICIÓN BAJA DE LA MANO
“No olvide que durante siglos Inglaterra ha sido un país de organistas. Sin duda alguna, tocar el órgano ha ejercicio su influencia en el toque en el piano. Algunas escuelas pianísticas aconsejan levantar bien los dedos sobre las teclas con vistas a producir una mayor potencia sonora pero de este modo creo que el sonido resultante es a menudo algo duro y desagradable. Además, levantar mucho los dedos interfiere en la fluidez y velocidad. Yo propongo presionar las teclas con los dedos cerca del teclado, lo que da lugar a un sonido más cálido y elástico.”
“Me gustaría preguntarle sobre la posición de la mano. Algunos profesores recomiendan colocar la punta de los dedos cerca del borde de las teclas, formando una línea recta con ellas. Me da la impresión de que esa posición es forzada y antinatural.”
El señor Hambourg asintió con una sonrisa:
“No estoy para nada de acuerdo con cualquier postura que implique tensión y que sea antinatural,” respondió. “Mucha gente piensa que un toque bonito “nace, no se hace”, pero no estoy de acuerdo con ellos. Estoy seguro de que una persona puede adquirir un buen toque en el piano con el estudio adecuado. El requisito principal es, en primer lugar, tener la muñeca suelta. Esto parece muy sencillo pero es un aspecto que no se tiene en cuenta lo suficiente o no se comprende. No importa cuánto pueda sentir el intérprete el significado de la música ya que no será capaz de expresar este significado con unas muñecas y brazos agarrotados. Algunas personas tienen una flexibilidad natural para conseguir un buen sonido y muestran muchas menos dificultades que otras, pero con tiempo, paciencia y reflexión sobre lo que se hace, creo totalmente que se puede alcanzar este objetivo.”
TIEMPO DE PRÁCTICA
“Respecto a la práctica, no creo que sea muy sensato que un pianista en ciernes tenga que dedicar una gran cantidad de tiempo de estudio en el piano. Cuatro horas diarias trabajando concentrado son suficientes. Por supuesto, lo que cuenta es la calidad de la práctica. El viejo dicho “la práctica hace la perfección” no quiere decir que simplemente haya que repetir, sino que debemos estar constantemente pensando y escuchando. Recomiendo a los alumnos parar después de tocar un pasaje varias veces y pensar en lo que quieren decir las notas. Esta pausa dará un descanso a los oídos y a las manos. Después el trabajo se puede reanudar con nuevas energías.
Se me ha pedido frecuentemente que escriba sobre la técnica en unos artículos que se han publicado en una revista. De ahí puede extraer las ideas que tengo sobre este asunto. La verdad es que enseño poco, solo a algunos alumnos con talento: tienen que ser algo fuera de lo común. Como ve, no vivo en Londres de manera continua. Estoy aquí unos cuatro meses al año. El resto del tiempo lo paso viajando por todo el mundo. Solo en esta corta parte del año, en la que estoy sin moverme, es cuando puedo hacer un trabajo sólido. Aquí se está lo suficientemente tranquilo. El parque zoológico no está lejos, sin embargo, algunas veces tengo el rugido de los leones como acompañamiento de mi piano.
Siempre estoy aumentando el repertorio aunque creo que el público no se interesa por lo nuevo. Pueden escuchar las nuevas tendencias si les obligas a ello, pero no irán a un recital si en el programa no hay varias obras que les resulten familiares.
He realizado varias giras por América. Las prisas por viajar de un lugar a otro son agotadoras pero sientes que la gente es muy agradecida. Ustedes exigen lo mejor y dar un concierto en América es tan costoso que un mánager se puede permitir trabajar solo con los artistas de más alto nivel. Aquí en Londres, donde el gasto es únicamente de unos doscientos dólares, por así decirlo, para poner en marcha un recital, casi todo el mundo puede reunir esa cantidad de dinero y presentarse ante el público. En América el gasto es cuatro o cinco veces mayor. Con razón solo los buenos artistas pueden asumir ese riesgo.”
Cuando nos marchábamos, el señor Hambourg nos llevó a otra habitación en la que, con gran satisfacción, nos mostró un valioso cuadro de Ghirlandajo, perteneciente a la vieja escuela italiana de la que es muy aficionado.
En el siguiente vídeo podemos ver a Mark Hambourg interpretando el Preludio en Do sostenido menor de Rachmaninoff.
BIBLIOGRAFÍA:
Brower, H. (1915). Piano Mastery. Talks with master pianists and teachers. New York: Frederick A. Stokes Company.
Traducción: Francisco José Balsera Gómez
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