The Miller’s Tale

En la arquitectura de The Canterbury Tales, Geoffrey Chaucer organiza su gran mosaico de voces con un cuidado casi musical. Cada relato responde a otro, lo contradice o lo parodia. Así, cuando el caballero (arquetipo de la nobleza y del ideal cortesano) inaugura la serie con una historia de amor elevado, casto y heroico, el molinero interrumpe la solemnidad para ofrecer su propia versión del amor: un relato burlesco, terrenal y lubricado por la risa. The Miller’s Tale no es solo el reverso del Knight’s Tale, sino su parodia directa, un espejo deformante donde las fórmulas del amor cortés se deshacen en una comedia de engaños.

El contraste entre ambos cuentos es deliberado desde el prólogo. El molinero, borracho, exige contar su historia “in payn and al” (sin censura, sin decoro), y advierte que será un cuento “of a carpenter and of his wyf, and of a clerk." Frente a los príncipes y damas del relato anterior, aparecen ahora los oficios humildes: un carpintero viejo, su joven esposa y dos clérigos obsesionados con seducirla. El universo idealizado de la corte se derrumba para dar paso al mundo cotidiano del pueblo, donde el deseo ya no se disfraza de virtud sino que se ríe abiertamente de ella.

El molinero
El molinero
Dominio público


La historia gira en torno a John, un carpintero crédulo y celoso, casado con la joven Alisoun, descrita con el mismo cuidado que Chaucer reservaba para una dama cortesana, pero en clave cómica. Su belleza se mide no por nobleza sino por detalles sensuales y populares: sus cejas delgadas como trazos de pintura, su cintura pequeña, sus zapatos de piel fina, su espíritu vivaz. A su alrededor se forman dos triángulos que estructuran el relato: el primero entre el marido, la esposa y Nicholas, el estudiante que vive con ellos; el segundo, entre Alisoun, Nicholas y Absolon, un sacristán ridículamente refinado que intenta conquistarla con las armas del amor cortés.

Ambos hombres representan, en realidad, dos estilos del deseo masculino. Nicholas es ingenioso, audaz, dotado de esa inteligencia pícaramente universitaria que combina el saber con el engaño. Absolon, en cambio, es la caricatura del amante cortesano: perfumado, cantando serenatas bajo la ventana de Alisoun, usando el lenguaje de la poesía para seducir a una muchacha que se burla de él abiertamente. En uno y otro caso, la mujer es el centro de la disputa, pero también la más lista del juego. Alisoun, lejos de ser un objeto pasivo, participa con gusto en el engaño y decide quién entra en su cama y quién recibe la burla.

El ingenio del cuento se despliega en la célebre escena del engaño: Nicholas convence al carpintero de que un nuevo diluvio va a destruir el mundo y lo persuade de colgar tres cubas del techo para salvarse. Mientras el marido duerme en su cuba, esperando el fin del mundo, Nicholas y Alisoun disfrutan de su noche de amor. Pero el verdadero clímax cómico llega con la venganza de Absolon, que, al pedir un beso por la ventana, recibe en su lugar las nalgas de la muchacha. La broma se duplica cuando, buscando revancha, Absolon regresa con un hierro al rojo vivo y lo aplica en el trasero de Nicholas, que grita “Water!” —alertando así al carpintero, que despierta y cae de su cuba entre risas y confusión general.

En el desenlace, cada personaje paga por su papel: el carpintero queda ridiculizado ante todo el pueblo, Absolon humillado y Nicholas chamuscado. Solo Alisoun escapa indemne, riendo entre bambalinas. Chaucer permite que, en este carnaval de burlas, la mujer conserve el control, algo insólito para la literatura de su tiempo. En los cuentos cómicos del autor (desde The Miller’s Tale hasta The Shipman’s Tale o The Wife of Bath’s Tale) las mujeres suelen ser quienes manejan la trama, no tanto como heroínas morales sino como estrategas del deseo, inteligentes y libres en un mundo de hombres necios.

El molinero
El molinero
Dominio público


El relato funciona así como una parodia total del amor cortés, esa ideología literaria que en el Knight’s Tale aparecía envuelta en el decoro de los torneos y las súplicas amorosas. Absolon se disfraza de trovador, canta bajo la luna, usa lenguaje refinado y perfumes exóticos, pero su actuación termina en ridículo. Chaucer, con una ironía deliciosa, muestra que el amor cortés es un teatro vacío, una convención que nada tiene que ver con la realidad del deseo humano. La pasión entre Nicholas y Alisoun, aunque vulgar y clandestina, es más verdadera —por su energía, su risa y su irreverencia— que las plegarias melancólicas de los amantes nobles.

Un cuento en el que predomina la sátira

La sátira atraviesa todo el relato, no solo en el lenguaje sino en la estructura. Chaucer convierte la arquitectura del triángulo amoroso (típica de las novelas corteses) en un doble triángulo de rivalidades masculinas, donde los hombres compiten entre sí por una mujer que nunca se somete a sus normas. Alisoun no encarna la pureza inaccesible de una dama, sino la libertad del deseo femenino, burlándose de quienes pretenden dominarla. En ese sentido, The Miller’s Tale no solo es una comedia obscena: es una fábula de inteligencia social, una inversión del orden patriarcal que ridiculiza a los celosos y ensalza la astucia.

El narrador (el propio molinero) desempeña aquí un papel esencial. Su voz es grosera, directa, sin el barniz retórico de los cuentos cortesanos. Chaucer juega con la distancia entre el narrador y el autor: el molinero no es Chaucer, pero su tono libera al poeta de la obligación moral, permitiéndole explorar los márgenes del deseo, la risa y el cuerpo. Esa distancia narrativa convierte el cuento en una sátira doble: del amor y también de la literatura misma, de sus pretensiones de nobleza. Cada verso del molinero parece burlarse de la idea de que contar historias de amor debe ser un acto elevado. Aquí, el amor se ríe, suda, engaña, y grita “agua” cuando arde.

En la tradición de los fabliaux franceses (cuentos breves de adulterio, humor y picardía popular), Chaucer crea una joya cómica que sobrevive por su ritmo, su ironía y su comprensión del alma humana. The Miller’s Tale no se burla de la moral por simple escándalo, sino por lucidez: sabe que el deseo y la risa son fuerzas universales, ajenas a los códigos de clase o virtud. En su mundo, la vida se impone al artificio, y el ingenio, al poder. La carcajada del molinero, como el fuego en el trasero de Nicholas, ilumina fugazmente la hipocresía del amor idealizado.

Más de seis siglos después, sigue siendo imposible no reírse con ese humor que mezcla la burla con la compasión. Chaucer entendió que la risa puede ser una forma de verdad, y que en el juego de los amores, nadie está del todo libre del ridículo. The Miller’s Tale nos lo recuerda con una sabiduría tan antigua como humana: cuando los hombres se creen dueños del deseo, siempre acaba ganando la mujer.

Puedes leer el texto en inglés (y compararlo con Middle English) pinchando AQUÍ

El cuento en audio

Te invito a escuchar esta versión narrada del Miller’s Tale (un audio subido como vídeo en YouTube) que da voz al relato con una cadencia envolvente y directa. La narración convierte el texto en una experiencia oral, permitiendo que el humor, el engaño y la ironía de Chaucer resuenen audiblemente. Es ideal para acompañar tu lectura, interiorizar el ritmo medieval y captar matices que a veces se pierden al leer en silencio. 

"El cuento del molinero" por @Elchicotristedoppelganger en


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