IGNACE JAN PADEREWSKI: Pianista y profesor

Uno de los más consumados maestros del piano en la actualidad es Ignace Jan Paderewski. Los que tuvieron el privilegio de escucharle durante su primera gira de conciertos en este país nunca olvidarán tal experiencia. El artista polaco conquistó el nuevo mundo al igual que hizo en el viejo. Su nombre llegó a ser muy conocido de costa a costa. El “príncipe del sonido” viajó por todo el país y fue bienvenido y respetado en todas partes.  Cada visita que hacía incrementaba la admiración por su maravilloso arte. 

Ignace Jan Paderewski
Dominio público

A menudo ha surgido la pregunta en cuanto al extraordinario control que Paderewski muestra ante el público, dónde radica su poder sobre lo musical y lo no musical. Siempre que toca se produce un intenso silencio entre la audiencia, que presta un altísimo grado de atención y parece que está hechizada. Los superficiales atribuyen esto en gran parte a su apariencia y modales, mientras que los más reflexivos ven mucho más. Se trata de un músico que es un absoluto maestro en la técnica y en la interpretación; alguien que conoce perfectamente a Bach, Beethoven, Chopin, Schumann y Liszt. Estas cosas en sí mismas no son suficientes para mantener al público fascinado pues existen otros artistas igualmente preparados. En última instancia y sin lugar a dudas, es el precioso sonido pianístico de Paderewski, su variada paleta de colores, tan vital y con innumerables gradaciones de luces y sombras, lo que encandila y fascina a los oyentes. No le importa a nadie (excepto a los críticos) que interprete a menudo el mismo repertorio. ¿Qué más da que escuchemos la Fantasía Cromática y Fuga una veintena de veces? En sus manos se convierte en un “soliloquio sobre la vida y el destino”, y cada nueva repetición adquiere nuevos significados y belleza. ¿Qué pianista ha superado alguna vez su concepción poética de la obra Papillons de Schumann, o de los Nocturnos de Chopin que ha convertido en verdaderos poemas de amor y éxtasis? ¿Qué oyente ha olvidado alguna vez la tremenda energía y el efecto titánico de las Rapsodias de Liszt, en especial la número 2? Cuando Paderewski vino por primera vez, en su joven mayoría de edad, nos enseñó lo que es el noble instrumento del piano en las manos de un insuperable maestro.  Nos mostró que puede hacer hablar al piano con la delicadeza y la potencia sonora de Rubinstein, pero con una mayor corrección técnica. Demostró que podía traspasar nuestras almas con la intensidad de la emoción, su conmovedora y penetrante calidad sonora, y la poesía y belleza de su interpretación.  

Paderewski es conocido como compositor y pianista, y rara vez encuentra tiempo para impartir formación sobre el instrumento. La señora Antoinette Szumowska, pianista polaca y profesora fue conocida en su momento como su “única alumna”. El señor Sigismond Stojowski, compositor, pianista y profesor polaco, también ha estudiado con él. Los dos pueden atestiguar su calidad como docente.  

La señora Szumowska comenta:

“Paderewski pone un gran énfasis en el toque legato y desea que todo se estudie lentamente, con un toque profundo y con un sonido lleno y claro. Para desarrollar la potencia sonora, utiliza un ejercicio en el que se presiona la mano sobre el teclado mientras la muñeca permanece baja y quieta, y cada dedo pulsa la tecla, obteniendo el máximo sonido que sea posible. Paderewski aconseja estudiar las escalas y arpegios con acentos, por ejemplo, acentuando cada tres notas, permitiendo así que cada dedo, de uno en uno, realice el ataque acentuado: esto asegurará la uniformidad en el toque. Al tocar dobles terceras o sextas, deberían dividirse y estudiar cada mitad por separado en legato. Las octavas deberían trabajarse con las muñecas relajadas y en staccato. Como estudio preparatorio se recomienda empezar trabajando solo con el pulgar, que siempre estará curvado y sus articulaciones redondeadas. Debería tocar las teclas con la punta para mantenerlo al nivel de los otros dedos. Paderewski es muy particular en este tema. 

Es difícil hablar de la forma en la que Paderewski enseña la expresión, puesto que aquí las ideas son diferentes con cada compositor y cada obra. En cuanto al colorido sonoro, exige todas las variedades posibles de producción sonora. Le gustan los contrastes exagerados, que llaman la atención, no solo producidos por la diferencia en el toque, sino también por un uso habilidoso de los pedales. 

Mis clases con Paderewski fueron en cierto modo irregulares. Trabajamos juntos siempre que venía a París. Algunas veces no le veía durante varios meses y después estaba en París unas cuantas semanas. Esas temporadas nos veíamos muy a menudo. Con frecuencia, estas clases, que las dábamos en casa de mi prima, empezaban muy avanzada la tarde (a eso de las diez) y se prolongaban hasta las doce de la noche o incluso hasta la una de la madrugada. 

Paderewski como profesor es tan increíble como pianista. Es muy meticuloso y sus observaciones son claras e incisivas: a menudo muestra el ejemplo tocando en el piano el pasaje en cuestión o toda la obra. Se preocupa al máximo por trabajar cada detalle hasta que sale perfecto. Es muy paciente y tiene un temperamento agradable, aunque a veces puede llegar a ser algo sarcástico. A menudo se muestra muy entusiasta cuando enseña y se olvida del tiempo que llevamos practicando. En general, sin embargo, no se dedica a la enseñanza porque, como es natural, no tiene mucho tiempo disponible.”

El señor Stojowski, al ser preguntado sobre su aprendizaje con el pianista polaco, dijo lo siguiente: 

“Paderewski es un profesor extraordinario. Hay profesores que intentan enseñar a los alumnos sobre lo que ellos no comprenden o no pueden hacer, y hay otros docentes que son capaces de hacerlo pero no saben cómo explicarlo. Paderewski puede hacer las dos cosas y explicar cómo hacerlo. Conoce a la perfección los efectos sonoros que desea obtener y cómo deben producirse. Puede explicar y mostrar esto al alumno con gran exactitud y detalle. 

La calidad y variedad sonoras son cualidades propias de la forma de tocar de Paderewski. Se deben adquirir mediante la ayuda del oído, que evalúa y juzga cada sonido que se produce. Él aconseja al alumno escuchar siempre con atención.  


LA CLARIDAD COMO PRINCIPIO FUNDAMENTAL

A un intérprete que se sienta al piano y su mente y corazón se llenan con la belleza de la música que sus dedos se esmeran en producir pero no es capaz de imaginar los efectos sonoros que está haciendo, Paderewski le diría: “No hay duda de que sientes la hermosura de esta obra pero no escucho ninguno de los efectos que crees que estás realizando. Debes hacer todo con mayor claridad: la diferenciación a la hora de decir las cosas musicalmente es de vital importancia”. En ese momento, mostraría al piano cómo se puede conseguir esto. Los dedos deben estar firmes, sin que ceda la articulación más cercana a la uña. Un ejercicio técnico que propone y que yo también utilizo en mis clases, consiste en trabajar los dedos con movimientos ascendentes y descendentes mientras la muñeca está en posición baja y se presiona sobre el teclado. Al principio se utilizan ejercicios en posición fija y cuando la mano ya se ha acostumbrado se tocan algunos estudios del Op. 740 de Czerny, con la mano en esta misma posición. Hay que tener mucho cuidado al utilizar este principio o el resultado será pobre. Es necesario sentarse en posición baja para realizar esta práctica pues ayuda con el tema del peso: todos sabemos cómo se sienta Paderewski al teclado. 

Me pregunta qué material para trabajar la técnica se utiliza. El Op. 740 de Czerny, aunque no necesariamente todas las piezas que contiene. Son suficientes tres libros. También el Gradus de Clementi. Por supuesto, se deben estudiar con cuidado las escalas y los arpegios, con diversos acentos, ritmos y dinámicas. Los arpegios se pueden seleccionar de fragmentos de obras. 

Como todos sabemos, hay ciertos principios que constituyen la base de un correcto estudio del piano, aunque los profesores puedan utilizar diferentes formas y medios para ejemplificar estos principios. Paderewski estudió con Leschetizky e inculca los principios que le enseñó su maestro, con esta diferencia: adapta la enseñanza al físico y mentalidad de cada estudiante, mientras que los profesores asistentes de Leschetizky preparan a todos los alumnos de la misma manera, haciendo que todos ellos sigan una misma rutina que puede no ser necesaria en todos los casos.


LA DIGITACIÓN

Un punto en el que Paderewski es muy exigente es el de la digitación. A menudo anota con sumo cuidado la digitación de toda la pieza. Una vez que se ha decidido qué dedos poner, no deben cambiarse bajo ningún concepto. Defiende el uso de la digitación que sea más cómoda para la mano, así como una que, a la larga, hace que el pasaje sea más efectivo. Es muy sensible a la elección de la digitación que hace el intérprete y cree que cada dedo produce una calidad sonora diferente. Una vez, cuando estaba tocando un nocturno, me llamó desde el otro lado de la habitación: “¿Por qué tocas siempre esa nota con el cuarto dedo? Puedes escuchar lo que haces y el efecto es malo.” Tiene un agudo poder de observación. Se percata de los pequeños detalles que pasan desapercibidos para la mayoría de la gente. Nada se le escapa. Esta habilidad, enfocada en la música, le convierte en uno de los profesores más cuidadosos y meticulosos. Al mismo tiempo, respecto a la digitación, se esfuerza por elegir la que mejor le puede funcionar al intérprete. Las ediciones de Von Bülow, aunque son muy eruditas, tienden a ser muy difíciles y minuciosas. Muestran la tendencia alemana de la elaboración en exceso que, cuando se lleva demasiado lejos, se convierte en un claro defecto. 


EL GESTO CORRECTO

Otro principio que Paderewski considera muy importante es la utilización de un gesto adecuado. Defiende la eliminación de todo movimiento innecesario porque lo que desea es que todo el cuerpo se encuentre libre y flexible. Todos los gestos deberían estudiarse minuciosamente como se hace con otros aspectos de la técnica. Es cierto que, a menudo, él hace grandes movimientos con el brazo, pero todos están pensados y tienen un significado dramático. Puede levantar el dedo de una nota en staccato con un movimiento rápido y ascendente del brazo, en un destello de vigoroso entusiasmo, pero en el instante siguiente su mano se encuentra en posición relajada para abordar la siguiente frase. 


EL ESTUDIO DE LOS DIFERENTES EFECTOS SONOROS

La escucha activa de la que he hablado es de gran ayuda para el pianista en su búsqueda de diferentes efectos y variedad sonora. La producción del sonido varía naturalmente según el espacio que hay que llenar. Se debe hacer un mayor esfuerzo en un gran auditorio para que el sonido se extienda más allá del escenario, el toque sea claro, los acentos decididos y los contrastes exagerados. Para acostumbrarse a este tipo de situación, el aula de piano puede mantenerse cerrada y el toque debe ser necesariamente más fuerte para producir la potencia sonora deseada y que se escuche adecuadamente desde el exterior. 


SOBRE LA INTERPRETACIÓN

La interpretación de un gran artista debería sonar como una espontánea improvisación. Cuanto mejor sea el artista, más completo será el resultado. Sin embargo, para conseguir esto, la obra debe ser diseccionada hasta el más mínimo detalle. La inspiración surge con la primera idea que tenemos de la interpretación de la pieza. Después, se trabajan pormenorizadamente todos los detalles hasta que nuestro ideal brota de una interpretación perfectamente ejecutada. Paderewski intenta constantemente tocar la obra con la forma y el espíritu con la que la ha concebido. Cuenta que después de uno de sus recitales, una señora le dijo: 

“¿Por qué, señor Paderewski, no ha tocado esta pieza como se la escuché en otra ocasión?” 

“Le aseguro que lo he intentado” - le respondió.

“Oh, no es necesario tocarla siempre de la misma forma; usted no es una máquina” – dijo la mujer.

Esta respuesta despertó su naturaleza de artista:

“Se debe a que soy un músico que debería tocar en todo momento de la misma manera. He meditado a fondo la concepción de la pieza y tengo el deber de expresar lo más fielmente posible ese ideal cada vez que la toco.”

Paderewski enseña, como todo lo que hace, con gran generosidad. No tiene en cuenta el tiempo. Podría ir a recibir una clase de media hora pero se podría alargar indefinidamente hasta que los dos nos viéramos obligados a parar por puro agotamiento. He estudiado con él en varias ocasiones. Especialmente, un verano permanece en mi memoria, cuando tuve clase con él casi todos los días.”

Al hablar sobre la belleza de las composiciones para piano de Paderewski, el señor Stojowski comentó:

“Creo que la ignorancia que existe entre los profesores y estudiantes sobre esta música para piano es una vergüenza. ¿Qué sonata moderna para piano tenemos hoy que se pueda comparar con la suya? No conozco ninguna. Y las canciones, ¿no son preciosas? Me cautiva tanto el hombre como su música por lo que hago todo lo que puedo para que esas obras sean conocidas. Se necesita un trabajo pionero en esta materia y estoy encantado de hacer parte del mismo." 


BIBLIOGRAFÍA:

Brower, H. (1915). Piano Mastery. Talks with master pianists and teachers. New York: Frederick A. Stokes Company.

Traducción: Francisco José Balsera Gómez


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