ERNEST SCHELLING: La mano del pianista

Cuando me senté en el lujoso salón de los apartamentos cerca del parque, donde el señor y la señora Schelling estaban pasando el invierno, los enérgicos sonidos de un piano me llegaron desde otra de las habitaciones. Era una música diferente que, de alguna manera, parecía combinar con la atmósfera oriental y el color de la sala de música, con su techo de vigas plateadas, sus cuadros y tapices.
 
La interpretación se detuvo y, en seguida, apareció el artista, saludando a la visita con gran cordialidad. Venía acompañado por el “señor de la mansión”, un precioso bull terrier con un pelaje tan blanco como la nieve. De inmediato, este importante personaje se acurrucó en el sillón más cómodo, convirtiéndose en un silencioso y sagaz observador de todo lo que sucedía.  En medio de la conversación inicial, la encantadora anfitriona entró y nos sirvió té. 

Ernest Schelling
Ernest Schelling con el "señor de la mansión"
Fuente: Dominio público


Enseguida la conversación se desvió hacia el tema del que estaba profundamente interesado, la preparación técnica del pianista

“La técnica es un asunto individual”, comenzó Mr. Schelling; “depende de muchos aspectos personales: el físico, la mentalidad, la cantidad de energía nerviosa que uno tiene, la mano y la muñeca. Quizás la peor mano para el piano es la larga y estrecha, con dedos largos. Es mucho mejor tener una mano corta, ancha y con dedos cortos. Josef Hofmann tiene una mano preciosa para el piano; bastante pequeña, sí, pero gruesa y fuerte. 

Josef Hofmann
Josef Hofmann en 1916
Fuente: Dominio público

La muñeca es también un factor muy importante. Algunos pianistas tienen lo que yo denomino una “muñeca natural”, es decir, tienen un control natural de la misma; no tienen ningún problema para tocar octavas, por ejemplo. La señora Carreño tiene ese tipo de muñeca; nunca tiene dificultades con las octavas, son perfectas. Hofmann también tiene una muñeca maravillosa. Siento decir que yo no tengo ese tipo de muñeca, y por lo tanto, he tenido una mayor desventaja.  Por esta razón, he tenido que trabajar enormemente para desarrollar no solo la muñeca sino también toda la técnica. Dado que yo era un niño curioso, toqué mucho en mi infancia. De los quince a los veinte años no practiqué lo que debería haber hecho. Ese es el periodo en el que los huesos crecen, los músculos se desarrollan – todo crece. Otro aspecto en mi contra es la longitud de mis dedos. Cuando los dedos son más largos que la anchura de la mano sobre los nudillos, no es una ventaja, sino un perjuicio. La longitud extra del dedo es como un lastre que la mano tiene que levantar. Esta es otra desventaja contra la que he tenido que trabajar. Sí, tal como dice, es una mano notable con relación al tamaño y flexibilidad, pero difícilmente estoy de acuerdo en que es como la de Liszt; más bien como la de Chopin, a juzgar por los moldes de escayola que he visto de su mano.”

Teresa Carreño sentada al piano
Fuente: Dominio público

“En cuanto a mi rutina sobre la técnica, por supuesto, toco muchísimo escalas de diferentes maneras. Cuando me pongo a “entrenar”, creo que la mejor forma de conseguir velocidad es trabajando con el metrónomo. No se puede conseguir inmediatamente la necesaria agilidad, por lo que el metrónomo es de gran ayuda para alcanzar este objetivo. Puede observar por la firmeza de estos músculos en la parte posterior y el borde del pulgar de mi mano, que actualmente estoy en un buen momento; pero pronto se pierde esta condición física si se abandona la rutina.”

“Después practico todo tipo de trinos y octavas. Sí, estoy de acuerdo en que la práctica de las octavas es uno de los aspectos más importantes y necesarios en la formación técnica del intérprete.”

Dirigiéndose al piano para ilustrar lo que había comentado, Mr. Schelling prosiguió:

“Simplemente dejando la mano blanda y moviéndola arriba y abajo, como muchos hacen, es de poca utilidad – no permite obtener fuerza o velocidad. Como puede ver, sostengo la mano en forma de arco y con firmeza, y esta firmeza también se encuentra en los dedos; la mano hace movimientos ascendentes y descendentes con la muñeca suelta; el resultado es un sonido nítido, brillante y lleno. Así las octavas pueden tocarse despacio, utilizando peso, o rápido con un toque staccato. Toco escalas de octavas diatónicas o cromáticas, con cuatro repeticiones o más, sobre cada nota – utilizando el cuarto dedo para las teclas negras.”

“Me siento bajo en el piano porque así consigo mejores resultados, aunque, de alguna forma, es más difícil obtenerlos. Confieso que es más fácil sentarse en una posición alta y presionar hacia abajo las manos. Sí, apruebo totalmente el “toque de peso”, que es el que generalmente utilizo. A veces, es una ligera presión que ejerzo sobre la tecla después de haberla tocado, usando el peso del brazo.”

“Ah, tiene razón. El profesor o intérprete joven, al escuchar al artista y al darse cuenta de que hasta cierto punto no levanta los dedos y que siempre toca con peso, apresuradamente concluye que estos son los principios con los que debe empezar a estudiar o enseñar piano. Es un error empezar de esta manera. Los movimientos exactos de los dedos deben aprenderse en los comienzos del aprendizaje pianístico. Como dije antes, la técnica es un asunto individual, que después del primer periodo de entrenamiento esencial, cuando uno desea convertirse en artista, debe trabajar por sí mismo. No deberían utilizarse métodos rígidos. Sólo unas pocas reglas generales pueden ser impuestas, las que sirven para la mayoría de los casos. El intérprete que crecerá diferenciándose de los demás debe trabajar de manera emancipada.”

“Respecto a la memorización de la música para piano, podemos decir que se puede conseguir de tres maneras: concretamente, con la vista, con el oído y con la mano. Por ejemplo: tomo la pieza y la sigo por encima con la vista, exactamente como si estuviera leyendo un libro.  Así, me familiarizo con las notas y veo su apariencia impresa. Aprendo a conocerlas tan bien que tengo una fotografía mental de las mismas, y si es necesario, podría recordar cualquier medida o frase exactamente como si la pudiera transcribir. Todo este tiempo mi oído mental ha estado escuchando esas notas y se ha habituado a las mismas. Entonces, llega la última etapa; debo poner todo esto en el teclado, mis dedos tienen que practicar; las impresiones deben pasar de la mente a los dedos; es entonces cuando el círculo está completo”. 

BIBLIOGRAFÍA:

  • Brower, H. (1915). Piano Mastery. Talks with master pianists and teachers. New York: Frederick A. Stokes Company.
Traducción: Francisco José Balsera Gómez



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